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Aunque el término no figura en el Diccionario de la RAE sí aparece el de cunero, cuya acepción número tres es la siguiente: “Dicho de un candidato o diputado a Cortes: Extraño al distrito y patrocinado por el Gobierno”. La palabra se incluye desde la edición de 1817, aunque como niño expósito, y la tercera acepción no figura hasta la edición de 1914.
Pero desde mucho tiempo antes se utilizaba en la vida política, como muestra su inclusión en el Diccionario satírico de Rico y Amat. Se llama así, escribía, al diputado que busca cuna, o sea, distrito; y de los cuneros decía lo siguiente: “Los aspirantes á la diputación cuyos méritos y servicios son desconocidos completamente en su país, se echan á rodar por esos pueblos de España buscando un hueco donde meter la cabeza, y allí donde lo ven caen como una nube de verano, adornados con el trage seductor de la recomendación ministerial”. Los llamaba hijos de la inclusa política, que no tenían patria ni hogar que los calentara y afirmaba que lo mismo les daba que su adopción fuera en Valencia o en Cataluña, que sus padres adoptivos fueran cristianos o judíos. Y concluía así su comentario:
“Cuneros conocemos nosotros que entre las diversas poblaciones que indicó á un ministro, donde podría con facilidad ser adoptado, había una situada en territorio francés ¿Qué necesidad tiene un cunero de saber geografía? Lo único que le interesa saber es donde hay un hueco que llenar; el sitio donde se halla ese hueco ya lo sabrá después por las cartas de los electores que le den la enhorabuena”.
Leopoldo Alas, Clarín, utilizaba el término en su obra La regenta, por ejemplo, cuando uno de los protagonistas decía, para justificar su estancia en Vetusta, lo siguiente: “Ya ves, dijo luego, queriendo sonreír, me ofrecían un distrito, un distrito de cunero, sine cura admirable (sine cura, dijo)… apetitoso bocado… pero, ¡quiá!… yo estoy atado a una cadena… y la beso en vez de morderla”.
Y, desde luego, el término estaba presente en la prensa. Diario de Gerona de Avisos y Noticias (17.1.1895), entre otros muchos periódicos, los describía así: “Son los cuneros como ciertos parásitos que salen al parecer espontáneamente en la corteza de algunos árboles caducos; se presentan como la hiedra en las ruinas para acabarlas de resquebrajar, horadando las paredes; porque el cunerismo es propio de las provincias abandonadas ó desgobernadas donde las ideas políticas se perdieron y los hombres que dominan carecen de importancia: es el cunerismo la señal mas evidente de decadencia completa”.
Unos años después España (Madrid, 23.3.1916), subtitulado “semanario de la vida nacional”, trataba el tema del cunerismo en el interesante artículo editorial “Puntos de vista”. Tras plantear y analizar la incorporación al lenguaje político de la palabra, seguramente “hija anónima y colectiva del penetrante ingenio popular”, y citar sus significados, el articulista la relacionaba con los niños expósitos por una parte y con el mundo taurino por otra, y escribía lo siguiente: “El cunero es el expósito de cartón que adopta un cuerpo electoral infantil. Y el gobierno español, producto natural de la puericia española, impone cuneros porque ellos forman la base de su existencia. Sin cuneros, ¿cómo podría ser jefe de gobierno el conde de Romanones?”.
Pero lo malo no era que el gobierno y gran parte del pueblo español se asentaran sobre el cunerismo. Lo más triste, se indicaba, es que se enrolaran como cuneros hombres de alto nivel intelectual, que en realidad debían figurar en “la falange de los educadores públicos”. No obstante, había indicios de modificación que invitaban a una leve esperanza, aunque el cambio no se concretó, como se sabe, hasta tres lustros después, cuando muchos de esos hombres se colocaron al lado de la República y trabajaron por ella, como “Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset o Ramón Pérez de Ayala, que encabezaron el manifiesto de la Agrupación al Servicio de la República” (El Sol, Madrid, 10.2.1931).
Ejemplos de cunerismo
Tradicionalmente el distrito electoral fue en nuestro país una parte de la provincia. Eran distritos pequeños que el cacique podía dominar y donde la figura del cunero podía hacer su agosto. Eso cambió con la Segunda República, cuando se implantó el distrito electoral provincial, hoy vigente también para las elecciones generales al Congreso de Diputados y al Senado.
Un insigne cunero, aparte de gran escritor, fue José Augusto Trinidad Martínez Ruiz (1873-1967), más conocido como Azorín. Una semblanza biográfica realizada por Miguel Romera Navarro en su Historia de la literatura española (Nueva York, 1928), entonces catedrático de la Universidad de Pensilvania, presentaba algunas claves de su evolución: “Fue al principio de su carrera literaria, escritor rebelde y revolucionario. Pero bien pronto se quedó en puro artista. Luego ha sido, en política, diputado conservador. Lo distintivo de su carácter es un fervoroso silencio”. Después, añadimos nosotros, estuvo cercano al dictador Primo de Rivera, luego fue republicano y durante la guerra estuvo en París. En el franquismo alabó sin fin al principal “mártir” del Régimen, por supuesto también al dictador, y en compensación fue elevado a la categoría de símbolo, de modelo de escritor, casi de mito literario.
Pero interesa dejar constancia ahora de su importante actividad política antes de 1923, no recordada suficientemente, como cunero. Fue diputado en varias legislaturas, como puede comprobarse en la web del Congreso, primero con Maura como valedor y luego con La Cierva, según Melchor Fernández Almagro. Consiguió escaño por Purchena (Almería, 1907-1910), Puenteareas (Pontevedra, 1914-1916) y Sorbas (Almería, 1916-1918, 1918-1919 y 1919-1920). Siempre dentro de las filas conservadoras, aprovechando las oportunidades que el turnismo y el encasillado proporcionaban al que aceptaba el juego político derivado de una falseada democracia.
Independientemente de sus méritos, Rafael Gasset y Chinchilla (1866-1927) aparece como otro típico cunero, dentro de una familia con un buen número de elementos dedicados a la actividad política. Fue, aparte de otros cargos, diputado durante más de tres décadas, desde 1891 a 1923, por los distritos de Santiago de Cuba, Estrada (Pontevedra), Noya (La Coruña), La Habana (Cuba), Noya (La Coruña) –seis legislaturas–, Ciudad Real, Noya (La Coruña), Ciudad Real –tres legislaturas–, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), Padrón (La Coruña), Alcázar de San Juan (Ciudad Real) –dos legislaturas– y Vigo (Pontevedra). Seguro que trayectorias como las de Gasset no eran ajenas a la opinión que sobre el cunerismo se manifestaba en el diario católico de Ciudad Real El Pueblo Manchego (2.12.1913): “El cunero es una planta exótica, es un extraño, es un advenedizo; no tiene cariño al pueblo que representa en Cortes, porque no es el suyo; no se interesa por los anhelos de sus representados, porque esos anhelos no son los suyos; no pone empeño en servir a sus electores, porque el acta se la debe al Gobierno. Ese es el cunero”.
El cunerismo se desarrollaba dentro de un sistema electoral del turno en el que, por otra parte, era frecuente el control de los distritos durante lustros o décadas. Otro ejemplo puede ilustrar nuestra afirmación y sirve para mostrar un sistema corrupto, controlado, caciquil, conservador…, con políticos en el poder durante años y años.
La provincia de Guadalajara fue el “feudo” electoral de Álvaro de Figueroa Torres Sotomayor, conde de Romanones, y su figura puede servir también como muestra de cunerismo. Fue diputado electo ininterrumpidamente desde 1886 hasta 1936 por el distrito de Guadalajara, pero en algunas elecciones obtuvo dos actas de diputado, incluso tres en una ocasión. Una por Guadalajara, que era la que retenía, y la otra en las legislaturas comenzadas en los años siguientes por distritos diferentes: 1891, por Pinar del Río (Cuba) aunque no llegó a ser admitido; 1903, por Cartagena (Murcia); 1905, por Sigüenza (Guadalajara); 1907, por Daimiel (Ciudad Real), sustituido por Benigno Quiroga López Ballesteros, y Bermillo de Sayago (Zamora), sustituido por Federico Requejo Avedillo; 1910, por Las Palmas (Canarias), sustituido por Baldomero Argente del Castillo; 1914, por Molina (Guadalajara), además del distrito de Guadalajara, sustituido por Miguel Moya y Gastón de Iriarte.
La influencia del conde de Romanones se manifestó en una red familiar con sus hermanos e hijos. Rodrigo, marqués de Tovar, fue diputado por Brihuega (Guadalajara) en 1893 y por Tolosa (Guipúzcoa) en 1898; y José, vizconde de Irueste, tras conseguir acta por Guadalajara en 1884, las obtuvo por Valdeorras (Orense), en 1891, y Baeza (Jaén), desde 1896 a 1901. La estructura política familiar se completaba con los hijos: Álvaro de Figueroa y Alonso Martínez, marqués de Villabragima, diputado por Castuera (Badajoz) desde 1916 a 1923 y por Guadalajara en 1936; Luis, conde de la Dehesa de Velayos, con acta por Úbeda (Jaén) desde 1918 a 1923; Eduardo, conde de Yebes, diputado por Barbastro (Huesca) en 1923; y Carlos, marqués de San Damián, diputado por Guadalajara en 1923.
En las elecciones de 1931, con su gran poder, Romanones no pudo impedir en la provincia la imparable victoria republicana, aunque también resultó elegido, pero en las elecciones de 1933 y 1936 las cosas volvieron a su “sitio”. Puso el conde el estrambote a su carrera política con su presencia en las Cortes franquistas desde 1943 a 1946, cuando fue procurador como representante por instituciones culturales, concretamente como director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Cunerismo y continuismo
Salvadas las diferencias que se quieran, la situación es hoy sustancialmente similar, aunque cambiando gobierno de turno por partido político y aprovechando las facilidades que brindan las listas cerradas y bloqueadas. Esteban vino al mundo en Cádiz, reside en Madrid, es de familia riojana y diputado por Toledo. María nació en Barcelona aunque es de ascendencia canaria, reside habitualmente en Córdoba y es diputada por Segovia. Son dos ejemplos imaginarios pero que pueden coincidir con la realidad cambiando los lugares geográficos y los nombres.
Y es que el actual sistema electoral de listas permite garantizar a cualquiera un acta de diputado (o, incluso, de senador) sin dificultad, sea listo o menos listo, esté imputado o condenado, esté bien formado o le falten conocimientos, sea cunero o paracaidista… La condición es que “el partido”, la dirección en la mayoría de las ocasiones, decida colocarlo en un puesto seguro, en un lugar de la lista para salir. Una vez elegidos, los diputados se olvidan de la circunscripción pues carecen de incentivos para relacionarse con los ciudadanos que posibilitaron la elección. Sin embargo, tienen todos los incentivos para acatar sin rechistar lo que las direcciones de sus partidos decidan pues en realidad a ellas deben el puesto. El sistema también hace posible, por ejemplo, que todos los ministros del Gobierno consigan acta de diputado, por el procedimiento de incluirlos en las candidaturas de distintas provincias, aunque, evidentemente, nada tengan que ver con esas demarcaciones.
Por supuesto, hoy es frecuente leer en la prensa artículos referidos al cunerismo político, o al paracaidismo, término utilizado también actualmente. Recordemos una muestra de 2011, referida a Cádiz, con un breve de Fernando Santiago: “Esta provincia tiene una diana para los diputados cuneros. Lo fue en su día Manuel Chaves, en el 1977, aunque lleva tantos años por aquí que ya no se le puede llamar así. Rodrigo Rato, Alejandro Rojas Marcos, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Núñez (PA), José Luis Núñez (este del PCE). Ahora en el PA están pensando en que venga su secretaria general, Pilar González (que por cierto, no es andaluza) porque dicen que tienen alguna posibilidad en la provincia. Sería maravilloso: en unas elecciones candidata a la alcaldía de Sevilla y en las siguientes a diputada por Cádiz. Se partió la camisa por Sevilla y ahora muere por Cádiz. Ubicuidad” (Diario de Cádiz, 24.9.2011).
En la página del Congreso de los Diputados es posible la consulta de los datos de los diputados correspondientes a todas las legislaturas, desde 1977 hasta hoy. Allí se pueden encontrar ejemplos de tres o más circunscripciones, presentados por orden alfabético, con provincia y el número de legislaturas en cada una de ellas entre paréntesis, que afecta más al PP que al PSOE:
- Gustavo Manuel de Arístegui y San Román, diputado del PP por Guipúzcoa (1), Ciudad Real (1) y Zamora (1).
- Gabriel Cisneros Laborda, también del PP, por Soria (3), Burgos (3) y Zaragoza (2).
- Luis Gámir Casares, del PP, por Alicante (2), Murcia (3) y Madrid (1).
- Cristóbal Ricardo Montoro Romero, asimismo del PP, diputado por Madrid (2), Jaén (2), Madrid (1), Sevilla (1) y Madrid (2).
- Alfredo Pérez Rubalcaba, del PSOE, por Toledo (1), Madrid (2), Cantabria (1), Cádiz (1) y Madrid (1).
- Francisco Javier Rupérez Rubio, del PP, por Cuenca (2), Madrid (1) y Ciudad Real (3).
- Isabel Tocino Biscarolasaga, del PP, Madrid (1), Cantabria (1) y Toledo (3).
Por otra parte, además del cunerismo hay otra ce, continuismo, por el que un buen número de diputados se “perpetúa” en la vida política, como el conde de Romanones. Fijamos la atención sólo en los diputados al Congreso hasta junio de 2017, según los datos que figuran en su página oficial, pero en la mayoría de los casos la vida política se prolonga en otra institución o parlamento, europeo o regional, y siempre está la salida de las grandes entidades industriales, económicas o de servicios, o sea, las llamadas “puertas giratorias”. Gana la partida el político socialista Alfonso Guerra González, diputado por Sevilla en once legislaturas, o sea, la constituyente y las diez formadas, desde el año 1977 hasta que causó baja el 14 de enero de 2015, cerca de los cuarenta años. Fue vicepresidente del Gobierno de Felipe González (PSOE) desde diciembre de 1982 hasta enero de 1991, cuando dimitió salpicado por un escándalo de corrupción y tráfico de influencias en que estuvo implicado su hermano Juan.
Sigue con diez el también político socialista José María Benegas Haddad, diputado en las constituyentes por Álava y en nueve ocasiones por Vizcaya, hasta el 25 de agosto de 2015. Sólo faltó a la cita con el Palacio de la Carrera de San Jerónimo en la III, cuando fue candidato a lehendakari. Mariano Rajoy Brey, expresidente del Gobierno, también ha alcanzó la decena, desde la III hasta la XII, cinco ocasiones por Pontevedra y otras cinco por Madrid. Como Celia Villalobos Talero, diputada por Málaga desde la III hasta la XII, alcaldesa de Málaga (1995-2000) y ministra de Sanidad (2000-2002).
Con nueve legislaturas, desde la II hasta la X, encontramos a otros dos políticos del PSOE, Jaime Javier Barrero López, diputado por Huelva, y Jesús Caldera Sánchez-Capitán, por Salamanca, Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales (2004-2008). Y a uno del PP, Jorge Fernández Díaz, el ministro del Interior (2011-2016) que condecoraba a las vírgenes, diputado por Barcelona en todas las ocasiones.
A continuación figuran los diecisiete políticos que han ocupado escaño en el Congreso en ocho legislaturas, en torno a treinta años, con la fuerza política y las provincias por las que consiguieron el acta de diputado. Después los que han ostentado ese cargo durante siete y seis legislaturas. Son los destacados en la actividad política, los más acostumbrados a ministerios, coches oficiales, alfombras, adulaciones, viajes, importantes retribuciones o al vértigo del poder. Son las principales columnas en las que se ha sustentado el régimen de 1978.
Por supuesto, hay un buen número con escaño en el Congreso durante cinco legislaturas, concretamente más de ochenta, y muchos más durante cuatro o tres. Décadas y décadas, lustros y lustros con una actividad política que debería limitarse para intentar evitar lo que ocurre en la práctica, falta de conexión en general con la realidad de los representados y desarrollo de una actividad más orientada al beneficio propio, al del partido o al de los grandes grupos económicos, que presionan a los representantes del poder popular constantemente con diversos medios.
C de España, Manual para entender la corrupción (2019) es un libro un manual para entender cuál ha sido el caldo de cultivo de la corrupción, el fenómeno que ha marcado una buena parte de la historia de España y que aparece estrechamente unido al ejercicio del poder. El corazón de este proyecto consiste en un catálogo de palabras que empiezan por ce que explican los antecedentes históricos junto con la dimensión y orígenes de este problema, cuyo sumatorio final es la práctica de la corrupción.
El libro es fruto del trabajo de Isidro Sánchez Sánchez (@isshg1), profesor colaborador honorífico de la Universidad de Castilla-La Mancha, y Pablo Rey Mazón (@numeroteca) analista y visualizador de datos en Montera34, con ilustaciones de Marcus Carús (@marcuscarus).
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